28 de febrero de 2012

Universo versus Multiverso

Admiro a la gente que siendo un experto en lo que sea, es capaz de explicar algo sumamente complicado a alguien que no lo ha escuchado nunca, de manera que lo entienda. Es más, me parece increíble que la nueva teoría del Universo, o en este caso Multiverso, se pueda explicar con una botella de agua y unas gafas.
Por si alguno os lo perdisteis, creo que merece la pena verlo. Estuve con la boca abierta todo el programa. No por lo que decía (está claro que somos super egocéntricos y siempre lo seremos), sino por cómo lo explicaba.
Será que me ha tocado dar más de una clase.

27 de febrero de 2012

Al revés

Estaba desayunando, como todas las mañanas, escuchando las noticias. Todavía me sorprende cómo es el mundo de injusto y los oscuros intereses que lo manejan. Y mira que ya voy cumpliendo años.

Escuchaba que la Unión Europea (es decir, nuestros representantes) iba a aprobar una nueva ronda de sanciones a Siria.

Quizá soy una ignorante, pero que me expliquen cómo van a asegurar, que las sanciones van exclusivamente dirigidas a los ejércitos que están bombardeándose entre sí, y que no las van a sufrir los civiles, quedándose sin comer, o sin beber, porque el país está “sancionado”. ¿Será que en otras guerras o países con sanciones, los que pasan hambre son los ejércitos y yo no me he enterado? Fíjate que pensaba que siempre son los mejores alimentados, y los que tienen mejor access a todo….

Será que lo entiendo todo al revés…

24 de febrero de 2012

¡Todos los días son viernes!

Llevo dos días subiendo al trabajo en autobús. Y dos días coincidiendo con un compañero de trabajo en él. Anda deprisa. Se nota que no usa el coche. Y vamos mirando el cielo, que esta increíble, con nubecillas pequeñas y planas, que parecen salir de un solo punto (sigo sin saber si son cúmulos o estratos), cuando me sale un "qué bien que es viernes!". A lo que me ha respondido "¡Todos los días son viernes!"


El padre de una amiga me dice que soy la "chica de los viernes" porque siempre pongo "ya es viernes! bien! por fin!". Y es verdad que hasta me cambia el humor. No importa lo que me venga encima, inconscientemente me lo tomo de otra manera. Ojalá fueran todos los días viernes.

Así que ahí va mi propósito del mes: QUE TODOS LOS DÍAS SEAN VIERNES. Sé que es difícil, pero una larga caminata se comienza por un paso.
Gracias Jorge. :)

23 de febrero de 2012

Estilismo Burgos - New York

Pues sí, hoy he ido a la peluquería y he podido ver esos ojos brillantes de emoción ante un "corta lo que quieras, con tal de que me pueda coger coleta". Obviamente, no puedo (aunque ella dice que sí, que lo ha "calculado justo"). Y mientras cortaba poco a poco para dejarlo "gracioso", Isabel, a la que conozco desde que tengo uso de razón (porque ya iba mi madre a su peluquería), ponía cara de estar disfrutando como si fuera la primera vez. (Qué suerte).

Y me ha venido la cabeza cuando hace 3 años, paseando por la quinta avenida en Nueva York, justo antes de emprender viaje a la costa Oeste, me paró una chica y me preguntó que dónde me había cortado el pelo, porque la gustaba mi estilo y quería ir. Todavía me río cuando lo pienso.Y me he dado cuenta que nunca se lo había dicho, así que lo he hecho.

Creo no equivocarme al decir que hoy se ha ido muy hueca a casa. Y que ha estado algo más tiempo que de costumbre rematando el corte. :)
"Fíjate, en Nueva York..."

19 de febrero de 2012

Lo que quiero ahora

Artículo de Ángeles Caso, publicado en la Vanguardia hace unos días (gracias Carolina por enviarlo).

LO QUE QUIERO AHORA

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. 
Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

18 de febrero de 2012

¿Punto o ganchillo?

Ya no hay vuelta atrás. La responsable, Ra, que nos dijo ayer que hay una tienda que está de liquidación porque la dueña se jubila a final de este mes. Así que allí nos hemos presentado esta mañana. Y he pensado: ande o no ande... Así que aquí está mi adquisición.
Ahora sólo tengo que re-probar y re-aprender, a ver qué me gusta más. Y dependiendo de lo que me guste, de momento, me doy por muy satisfecha si voy haciendo cuadraditos para terminar haciendo una mini-manta. Parece que con este material, tengo para 1m x 1m. ¿Seré capaz?

17 de febrero de 2012

¡Mis primeras galletas!

Pues sí, hace dos días, estuve haciendo un pequeño curso de "masas". Y en lugar de aprender lo que yo esperaba, que eran cosas como pan, pizza y similares, aprendí a hacer un pan indio, masa quebrada, blinys y galletas.
Así que ahí va mi primer intento. ¡¡No he podido remediarlo!! Hice la masa ayer por la noche y esta mañana, antes de ir a trabajar, me he encontrado encendiendo el horno y cociéndolas!! :)
Las he llevado al trabajo, aunque ya antes de entrar, se han quedado dos por el camino... todavía no las he catado... y ¡han durado 10 minutos! Tendré que repetir.... :)

Tentación

Llegaba a casa, más tarde de lo previsto. Llovía de lado, como llueve casi siempre, ya que casi siempre hay viento.
Con una pequeña correa, atado a la reja de la tienda del bajo de mi casa, había un perrito de aguas, pequeño, con el pelo bien rizado. No lo hubiera visto, si no lo hubiera oído. Gemía, muy bajito, como para no molestar. Le he mirado, me ha mirado, y ha vuelto a gemir, muy muy bajito y ha mirado hacia la puerta del bar de enfrente, donde había cuatro personas desafiando al frío para fumarse un cigarro. Le he dicho un "qué pasa" como que me entendiera, pero así lo parecía. Me ha vuelto a mirar, con otro gemido, muy pequeñito, junto con un temblor, que parecía decir "suéltame, tengo frío".
Y por un momento he sentido la tentación de hacerlo. Seguramente, el perro hubiera echado a correr en busca de su dueño, pero en mi cabeza se ha cruzado la idea del perro subiendo conmigo las escaleras hasta casa, a buscar el calorcito. Y la idea no me ha parecido mala.
Con una sonrisa, he metido la llave en la cerradura, mientras le miraba por última vez, dejándolo solo bajo la repisa de la tienda, esperando.

15 de febrero de 2012

Encuentro

Iba de camuflaje con un chaquetón gris con capucha. Bajo él, una túnica y un pañuelo naranja y rojo, que inconfundiblemente te llevaba a Nepal, así como el resto de su apariencia. Calvo, pero con una larguísima barba rizada y gris, que me hizo recordar a Julian. Las gafas, estilo John Lennon, pero todavía más pequeñas, apenas dejaban ver los ojos. Sandalias en los pies. Y nevaba.

Me lo crucé en la plaza Mayor ayer por la tarde. Y me miró y me dijo un buenas tardes, como si me conociese de toda la vida, seguro de esperar respuesta. Así que se la di.

Todavía me pregunto si realmente me conocía o si me confundía con alguien. ¿Quizá en otra vida anterior?

13 de febrero de 2012

POPs

Pues sí, hoy me ha llegado un correo de Enrique, un compañero jubilado al que echo de menos y que me hace sonreir. No envía muchos, pero los que envía suele merecer la pena echarlos un vistazo.

El de hoy estaba lleno de POPs, algo que aprendí de Lupe. ¿Y qué es un POP? ¿Un estilo de música? Pues también, pero en este caso, lo que me ha tocado leer es una lista enorme de Pensamientos Opuestos Positivos.
¿Y eso qué es lo que es?
Tan sencillo (y tan complicado) como encontrar un pensamiento bueno y agradable, cuando te viene algo malo a la cabeza. Pensadlo un momento. Cuántas veces nos viene un "vaya mierda de tiempo", "jo, me tengo que levantar", "este es tonto", "no me gusta esto"... Yo pensaba que no lo hacía, hasta que me puse a pensar en ello. Y entonces me di cuenta de que lo hago mucho más de lo que creía.

Un POP es para esos momentos. Da igual que tenga relación con lo que estás pensando o no, es buscar algo bonito y llevarlo a tu pensamiento. "qué buena la mantita del sofá", "cómo me gusta el color rojo", "estoy vivo"... cualquier cosa vale.

Y sí, funciona. Aunque cuesta, los pensamientos negativos van desapareciendo, para dar paso a ver la copa medio llena, en lugar de medio vacía. Y sentirte afortunado por estar aquí y ahora.

¿Quién se anima a ponerlo en práctica?

Os dejo uno a modo de fotografía.

12 de febrero de 2012

Nadar a espalda

Y yo que pensaba que sabía nadar a espalda. A croll, tenía asumido que no, y poco a poco, durante el curso de iniciación (gracias Vero por animarme) he ido dándome cuenta de la realidad: no tenía ni idea de nadar a nada.
Al acabar el curso, me quedaba la ligera sensación que a espalda no lo hacía del todo mal. Pero cuando el miércoles, en el curso de perfeccionamiento, nos ha explicado Tania cómo es la manera correcta de hacer la brazada, después de 5 veces y de un largo sin saber muy bien qué hay que hacer, me ha sacado fuera y poniéndose detrás mío, ha intentado llevarme el brazo.
Y me he dado cuenta de lo "animala" de costumbres que soy. ¡Y qué difícil es cambiar una de ellas, después de tantos años!
Que no, que no hay que llevar el brazo recto hasta el final... que hay que doblarlo!
Ahora, a practicar...

9 de febrero de 2012

Covadonga

Frente al Teatro Monumental de Madrid, antes del concierto de RTVE, haciendo esquina, está el bar Covandonga. Francamente, si hubiera ido sola, no hubiera entrado. La pared tras la barra está presidida por un mapa de Asturias y toda suerte de mugrientas fotos de la tierra.

Tras la barra, madre e hijo. No pueden negarlo. Tres clientes en una esquina. Dos hombres y una mujer que lleva dos copas de más. Y son las ocho de la tarde. Uno de ellos habla alto, intentando tapar el futbol que hay de fondo. "Venga, ponla una copa, que ya pagará ella otro día", invita a la mujer. "Pues no sé cuándo va a ser eso, porque ya sabes cómo están las cosas" agradece ella. Mientras la madre nos pone el café y miro la taza de reojo, y de fondo se ve un plato de chorizo a la sidra que no parece para nada recién hecho, el hijo, con una sonrisa pícara prepara la copa de la que ni pregunta qué tiene que llevar.

Mientras doy el primer sorbo (en plazas más difíciles hemos toreado), el hombre se arranca a cantar. Improvisa sobre la marcha una canción sobre el barrio, lo orgulloso que se siente de formar parte de él, habla sobre cómo todos se conocen y se ayudan, y cómo no lo cambiaría por nada.
 Los otros dos clientes escuchan y asienten mientras canta. Dentro de la barra, hay dos sonrisas. Supongo que yo tengo otra en la boca o que miro descarada sin poder evitarlo.

Y nos acabamos el café, y salimos medio apurados, como que hubieramos estado presentes en un momento que no nos pertenecía. Y me lo guardo para mi, sintiéndome afortunada por haberlo vivido.

8 de febrero de 2012

4 paradas de metro

Una chavala, de no más de 12 años, pide en el metro con un cartel, dinero para su hijo. A mi lado, una señora, rondará los 70 años, maquillada, en ese punto entre "a la moda" y hortera difícil de explicar, me mira y me dice "para su hijo dice, si ni siquiera es mujer todavía, mírala, qué poca vergüenza". Después de esa frase, a la que la correspondo con una sonrisa (porque tiene razón), vienen muchas más.
Y me da su particular visión sobre el mundo en 4 paradas de metro.

Sobre la crisis, y recuerda cuando a sus padres los mataron en la guerra civil, teniéndose que criar con los abuelos. Y los piojos que tenían todos en Madrid, donde la higiene no era algo habitual porque ni agua, el hambre que pasaron, "y ahora dicen que hay crisis. Eso sí que era crisis". Me habla de la postguerra y de cómo ahora se viste en un rastro en el que "casi todo es robado, pero oye, con 300 euros de viudedad que tengo, no me da para más". 

Sobre los inmigrantes, y cómo cuando uno le intentó robar la cartera le dijo "no te da vergüenza robar a los pobres. Tendrías que estar intentando mejorar, que para eso se viene aquí, como hacían los españoles en otra época". Y me deja claro que le parece bien que estén, que tienen su derecho a intentar vivir mejor.

Sobre política y lo que están haciendo los políticos al país "Hija, nunca votaré a la derecha, porque he nacido de izquierdas, pero mi conciencia no me dejó votarlos esta última vez. Qué decepción. Así que voté en blanco".

No es un discurso de abuelo cebolleta en el que echa de menos tiempos pasados o intenta dar una lección. No es el discurso de alguien que esté en sus últimos años de vida. Es un casi - monólogo de alguien vital, que lucha por su felicidad día a día y todavía sueña con un mundo mejor.

Cuando se va a bajar, y después de decirme que estuvo una vez en Burgos y lo mucho que le gustó la catedral, me doy cuenta que ni siquiera nos hemos dicho el nombre.

Sale toda resuelta, con paso firme, a ver si encuentra algo en el rastro. Agarra el bolso con fuerza.

De nuevo, muchos años después, he vuelto a sentir la sensación de tener cara de "cuéntame tu vida en 10 minutos, que te escucho".

7 de febrero de 2012

El vino en la Conca del Barberá



Ramón me hace esperar un rato porque justo ha llegado una habitación. Mientras espero, observo el pueblo un poco más detalladamente y me doy cuenta de que hay  dos tipos de casas. Las totalmente abandonadas y las que están a todo lujo de detalle. Nada intermedio.
Llega como es, tranquilo y abre una puerta que da al sótano de la casa donde vive. En una mitad vive él con su mujer y sus hijos y la otra la ha convertido en casa rural para seis personas. El sitio está lleno de artilugios para hacer vino. En cada rincón se amontonan cosas difíciles de ver… un tonel del siglo quince, en el que todavía las tablas no están rodeadas de metal, sino de madera, porque el metal era muy caro. Una prensa desmontable, despalilladoras manuales reconvertidas en eléctricas gracias a una molino de viento que todavía está instalado en la casa y más tarde a un grupo electrógeno, una romana pesa toneles también desmontable, un artilugio para arrancar las cepas muertas por la enfermedad de difícil nombre que azotó Europa y mató casi todas, la exención de impuestos a su tatarabuelo después de la enfermedad, alambiques, medidores de acidez, de grado alcohólico, cacillos, toda suerte de recipientes para transportar uva (de madera, de ruedas de camión…), arados romanos, sulfatadoras manuales y más nuevas… estamos más de una hora mirando, explicándome, intentando comparar con lo poco que yo conozco… y pasamos a ver las cups, o el lagar donde se fermentaba la uva con el hollejo. Tan distinto a lo nuestro. Recubierto de azulejo, ideal para limpiar, tiene hasta siete cups, ahora comunicados porque así lo ha querido Ramón y donde, al fondo, guardan una colección de vino desde 1902 hasta la época.
Confiesa que el abuelo todavía hace aguardiente con el hollejo de un amigo que tiene una bodega ecológica, del que me va a dar una botellita, me regala una de vino ecológico y unos tomates de la huerta, a la que no hecha nada (la cuida el abuelo y la hace cosas con ortigas… algo que me recuerda a Matavenero..).

Y me decido a acercarme a la bodega del tal Joan Ramón (sí, era un nombre de la zona que ha ido pasando de padres a hijos, como en el caso de Ramón, que desde su tatarabuelo así es, y así se llama su hijo, claro), a ver si aprendo algo. Y me recibe un negrito que le cuida la finca (yo hago de todo, la viña, pongo etiquetas, limpio…) y que no sabe qué vino de los 5 que tiene me va a gustar más. Y cuando ya me decido por una botella del más caro (14 euros!), aparece el dueño. Es joven aunque con el pelo totalmente blanco. Da la sensación de vivir bien y ser de esa gente de bien que decide marcharse al campo. Pruebo el vino, me explica que no es ecológico, sino biodinámico, lo que significa que hacen una especie de homeopatía a la tierra, usando sus propios brebajes y sin echar nada artificial. El vino es fuerte. El primero que pruebo tiene 12 meses en barrica y parece un vino joven. El año que más, tiene 30000 kgs de uva y la mayoría de su vino no lo vende aquí: USA, Japón, Italia, Alemania, Francia… este mercado en España está por desarrollar. Pero me comenta que cada vez hay más gente buscando este tipo de productos. Es enólogo. Termino comprándole una botella de cada, incluso del blanco, que está hasta sin filtrar y que él mismo me recomienda que decante y lo deje un rato hasta que se le vaya el olor a huevos podridos que tiene. Tengo ganas de llevárselo a mi tío, para que vea cómo hace la gente dinero.

Mañana saldré temprano. Ahora estoy, en mi silla, bajo el cenador del patio de atrás, viendo de nuevo atardecer. El valle está cubierto de bruma y el sol lo tiñe de amarillo, naranja, fucsia, hasta que se esconde tras las montañas. Tengo que volver a este sitio para poder patear por la zona y conocer a algún otro Ramón que me cuente su historia y me haga seguir dando vueltas a la idea de que en los pueblos se vive mejor.

5 de febrero de 2012

POBLET Y ESPLUGAS DE FRANCOLÍ


Madrugo. El monasterio de Poblet es Patrimonio de la Humanidad. Abre sus puertas a las 10, pero no sé a qué hora habrá visita guiada en castellano, así que decido llegar a primera hora, a ver si hay suerte. Son 10 kms lo que separan Montblanc de Poblet. Por el camino, viñedo, tierras de cultivo, montes por lo que se adivinan rutas preciosas, un pueblo… llegar a Poblet impresiona. Por la muralla, que bordea todo el monasterio (y las 9 hectáreas que todavía tienen en propiedad los monjes y que explota Raimar para hacer vino), y por las dimensiones del monasterio. Torres, claustros, iglesias, de proporciones inmensas. Empezado a principios del siglo doce conserva, a pesar del siglo de abandono después de la desamortización de Mendizábal (de nuevo), toda la elegancia de la arquitectura de finales del románico y del gótico. Arcos de medio punto en todas las salas, algunas con la piedra intacta, otras muy deterioradas por ser arenisca y haber habido filtraciones. Muros increíbles, chimeneas que se antojan desproporcionadas para la época y sin embargo, si piensas que la comunidad de monjes superó el centenar, tienen su sentido. Actualmente son 30 monjes los que viven de manera contemplativa en el monasterio, que pertenece al estado, pero desde el 1948 se lo cede para que pueda cumplir su cometido.
La iglesia impresiona por su retablo de alabastro y sorprende por sus arcos a ambos lados de la nave central, donde descansan los restos de los reyes de la corona aragonesa… desde Jaime primero el conquistador en adelante.. en total, 9 reyes y 6 reinas que actualmente se reparten en varias cajas todos mezclados después del saqueo en búsqueda de riquezas una vez comenzado el abandono.
Es curioso como explica Ramón (sí, otro Ramón diferente) las cosas. Espera a que le pregunten, le cuesta dar datos históricos, lo comenta todo como de pasada. Esta misma sensación la he tenido en el resto de explicaciones… es tan diferente a lo que estamos acostumbrados por el norte, que se hace extraño. Pero tiene la parte bonita de que la gente participa y comenta, dando su opinión.
Una hora, que se me antoja escasa, con toda la historia que tiene que tener el monumento y la vida que había en él, y ganas de conocer a alguien de dentro para poder ver el resto, que tiene que ser inmenso e igualmente interesante.
Al salir, empiezan a llegar hordas de gente. Oigo hablar inglés, francés, catalán. 

De vuelta, aprovecho para parar en Estplugas de Francolí. Aparco justo junto al mercadillo de ropa, zapatos y fruta. La gente toma el café de la mañana. Hay mucho movimiento en las calles. Doy un paseo, dejándome llevar y una señora con el carro de la compra se para, y me hace notar, o eso entiendo, porque habla catalán, claro, las cuestas tan empinadas que tiene el pueblo. Le digo que es cierto y que se lo tome con calma y me acaba contando que es de Almería, que le baja a la hija el pan todos los días y que a su marido en casa le habla en castellano, aunque la dice que no la entiende y ella le responde que la da lo mismo. Lo cuento, porque a la paisana la costaba hablar el castellano, lo que me ha hecho pensar cómo nos gusta “fastidiar” a quien tenemos al lado. O mantener la broma de algo muchos años, para no perder la complicidad. No entro a ver las cuevas, ni el museo del vino. Decido volver a Prenafeta a aprovechar un rayo de sol y echarme una siestecilla para a las 16, bajar donde Ramón a ver su museo del vino particular.

Retomar donde lo dejé

Hace mucho que dejé este proyecto en el aire. Y este fin de semana, de los de estar con la mantita y un buen libro en casa, me he tomado el tiempo de ver fotos, ordenar recuerdos, y desempolvar ganas de hacer cosas. Así que a ver lo que me dura.
Y he pensado que lo voy a retomar justo donde lo dejé. En aquel agosto de 2010, en el que acabé en un pueblo de gentes amables y al que he vuelto en 2011, y al que espero seguir volviendo siempre que tenga una oportunidad. Un pueblo donde se acaba la carretera. Y cuando lo acabe de contar, daré el salto a mi presente. A ver hasta dónde llego y si esta vez no lo dejo a medias. Dicen que para que eso pase me lo tengo que creer yo. Pues en ello estoy :)