16 de octubre de 2014

El Sur

Suena Desert Rose (Sting), quizá un poco más alto de lo que sería sano para tus oídos. La nieve cae horizontal mientras el sol lucha por salir entre las nubes que galopan con prisa, cambiantes, grises, blancas, azules, negras. Una vallada planicie se extiende infinita, salpicada con riachuelos y lagunas. Las ovejas levantan la cabeza al pasar. Algunas, ya esquiladas, se intentan resguardar detrás de pequeños arbustos retorcidos y ladeados por el viento. Vacas, ñandúes, guanacos, ibis, cóndores, aguiluchos. Todos siguen su actividad como si la nieve no estuviera cayendo, como si el viento no azotara la planicie, seguros de que se va a acabar y volverá a pasar de nuevo a lo largo del día. El agua se torna azul glaciar. Tu piel se eriza cuando al fondo aparecen puntiagudas montañas con afiladas aristas que la nieve va pintando de blanco. Las lágrimas te vienen a los ojos. Eres la persona más afortunada del mundo. Estás ahí, contemplando la naturaleza en estado puro, sintiéndote insignificante, una gota en el océano, mientras el viento golpea el autobus y pasan diminutas casas de madera de colores ante tus ojos, y paradas de autobús sacadas de hace dos siglos, donde un padre espera con sus hijos charlando sin prisa, mientras los caballos aguardan para volver a la estancia, uno de ellos libre del peso de su jinete.

 No importa el frío, ni la nieve, ni qué vas a hacer mañana. Estás. Eres.

8 de octubre de 2014

Argentina

Aterrizo a las seis de la mañana (cuatro de la mañana de mi horario peruano). En el lugar acordado, espero tomando un riquísimo café, bien cargado, mientras veo la gente pasar. "He vuelto a Europa", concluyo. La gente vuelve a ser gris, enfundada en ropa discreta y estándar, andan deprisa, les falta el tiempo.Ya no hay colorines, ni mamis con faldas abullonadas, ni caras curtidas por el sol. Hasta yo he cambiado mi jersey peruano por uno gris que me hace sentir una más.
Cataratas - vista desde la parte brasileña
Un par de horas