Gold Coast, Surfers Paradise |
Y aquel día 10 de noviembre, tome el avión. Mi corazón no quería dejar Sudamérica y sus gentes. Todavía no había tenido suficiente. Pero tenía un billete comprado para cruzar el Pacífico, así que allí me planté, en el aeropuerto de Santiago, deseando en cierto modo que pasara algo para no marcharme y tener excusa para seguir descubriendo Chile sin prisa, y seguir subiendo hasta, seguramente, volver a Perú, o quién sabe.