Cuando éramos pequeñas, mi madre de vez en cuando hacía bizcocho, usando de base un yogur natural. Creo que es un clásico en muchísimas casas. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, y he pensado que para empezar el año desayunando rico, qué mejor manera que con un bizcocho casero.
Además, no se tarda nada en hacer.
Ingredientes
- 1 yogur de limón (de 125 gr)
- 1 yogur de aceite (de girasol o de oliva)
- 2 yogures llenos de azúcar
- 3 yogures de harina
- 3 huevos
- 1 sobre de levadura química (tipo Royal) - 16 grs
- Opcional: azúcar moreno
Preparación
En un bol echamos el yogur, las dos medidas de azúcar y los tres huevos. Batimos bien y añadimos el aceite. Seguimos batiendo (con las barillas si tenéis queda muy bien).
En otro bol mezclamos la harina y la levadura.
Añadimos los ingredientes secos sobre la mezcla líquida y mezclamos hasta que no se vea la harina.
Vertemos la mezcla en un molde previamente untado con mantequilla y harina (o aceite y harina) para que se desmoldee bien. Yo he usado un molde redondo de 21 cm de diámetro, pero cualquier otra forma vale. Espolvoreamos con azúcar moreno (opcional) para que quede crujiente por encima.
Precalentamos el horno a unos 180ºC solo calentando abajo. Metemos el molde en la parte media - baja del horno y bajamos a unos 170ºC y horneamos unos 35 minutos, hasta que pinchando en el bizcocho con una aguja, salga completamente limpia. Ponemos tres minutos solo arriba si no está tostado y ¡listo!
Trucos e ideas
- Es importante no abrir el horno a media cocción. Esperad mínimo 25 minutos para abrir la puerta y probar cómo está o para ver qué pinta tiene. Si no se parará la cocción y no quedará esponjoso.
- Ya sabéis que cada horno es un mundo, así que podríais necesitar un poco menos o un poco más temperatura. Y si tenéis aire, podéis cocerlo con la parte de abajo y el aire.
- Podéis añadir trocitos de chocolate, fruta seca (yo esta vez he añadido arándanos que previamente he hidratado un poco), nueces... pero para que no se queden en el fondo, pásalos por harina antes. :)
- También podéis cambiar el sabor del yogur o ponerlo natural, que le da un puntito ácido muy rico. Y añadir rayadura de limón, o de naranja, coco... sustituir una pequeña parte de la harina por chocolate en polvo, meter rajitas de manzana en la masa, o piña...
Apuntes de viajes, sensaciones, momentos para recordar y pequeñas cosas que me hacen disfrutar
31 de diciembre de 2012
30 de diciembre de 2012
Empanada de puerros super fácil y super rica
En mi casa es un clásico, supongo que desde que mi madre se la vió hacer hacer mucho tiempo a Arguiñano en la tele. Y la verdad es que suena raro, pero está buenísima.
Esta es la versión "light" ya que no uso nata como en la receta original.
Ahí va, espero que os guste.
Ingredientes
- 3 puerros grandes
- 1 cucharada de harina
- 200 ml de leche (aprox)
- Aceite, sal, pimienta blanca
- 1 huevo
- Masa para empanada (u hojaldre, según os guste más)
Preparación
1. Limpiar los puerros y partirlos en rodajas finas.
2. Cocer los puerros. Si lo hacéis en olla, poned agua, sal y un poquito de aceite y en 5 minutos desde que suba la válvula los tendréis hechos.
3. Escurrir los puerros.
4. En una sartén poner un poco de aceite (o mantequilla) y cuando esté caliente rehogar los puerros, salpimentar (con pimienta blanca), y añadir una cucharada de harina. Dar unas vueltas y poco a poco añadir la leche, removiendo. De esta manera se irá haciendo una bechamel ligera.
5. Batir el huevo y añadirlo a la mezcla de los puerros con la leche.
6. En una bandeja de horno, extender la masa sobre papel de horno y pinchar la parte de abajo.
7. Añadir el relleno y cerrar la masa. Se puede pintar por encima con clara de huevo para que quede brillante.
8. Precalentar el horno a lo indicado en el envase (en mi caso 200ºC) y hornear a media altura, hasta que esté dorada la masa. Como cada horno es un mundo, el tiempo variará. En mi caso necesité unos 20 minutos.
¡Y lista! Como opción, en lugar de echar leche, podéis echar un brick de nata para cocinar (200 ml). Quedará más contundente pero también muy buena.
Y si queréis hacerlo un poco distinta, en lugar de empanada, podéis usar masa de empanadillas y hacer mini empanadas individuales, metiéndolas en el horno, como expliqué aquí
Espero que os guste
Esta es la versión "light" ya que no uso nata como en la receta original.
Ahí va, espero que os guste.
Ingredientes
- 3 puerros grandes
- 1 cucharada de harina
- 200 ml de leche (aprox)
- Aceite, sal, pimienta blanca
- 1 huevo
- Masa para empanada (u hojaldre, según os guste más)
Preparación
1. Limpiar los puerros y partirlos en rodajas finas.
2. Cocer los puerros. Si lo hacéis en olla, poned agua, sal y un poquito de aceite y en 5 minutos desde que suba la válvula los tendréis hechos.
3. Escurrir los puerros.
4. En una sartén poner un poco de aceite (o mantequilla) y cuando esté caliente rehogar los puerros, salpimentar (con pimienta blanca), y añadir una cucharada de harina. Dar unas vueltas y poco a poco añadir la leche, removiendo. De esta manera se irá haciendo una bechamel ligera.
5. Batir el huevo y añadirlo a la mezcla de los puerros con la leche.
6. En una bandeja de horno, extender la masa sobre papel de horno y pinchar la parte de abajo.
7. Añadir el relleno y cerrar la masa. Se puede pintar por encima con clara de huevo para que quede brillante.
8. Precalentar el horno a lo indicado en el envase (en mi caso 200ºC) y hornear a media altura, hasta que esté dorada la masa. Como cada horno es un mundo, el tiempo variará. En mi caso necesité unos 20 minutos.
¡Y lista! Como opción, en lugar de echar leche, podéis echar un brick de nata para cocinar (200 ml). Quedará más contundente pero también muy buena.
Y si queréis hacerlo un poco distinta, en lugar de empanada, podéis usar masa de empanadillas y hacer mini empanadas individuales, metiéndolas en el horno, como expliqué aquí
Espero que os guste
24 de diciembre de 2012
23 de diciembre de 2012
Mi última tricotada: bufanda a ochos dobles para Ainhoa :)
El 25 bajo el árbol de la casa de sus abuelos, espero que también esté mi última tricotada a punto. Todo empezó por aprender a hacer ochos, para futuros jerseys, gorros o lo que haga falta y acabó en una bufanda de 1 metro 20 cms... La verdad es que nunca había hecho una y es la cosa más interminable que he hecho de momento, pero eso sí, los ochos, en este caso dobles, ¡ya no se me resisten!
Espero que la guste y se la ponga (que ya sabéis cómo son los niños..). Ahora estoy haciéndola una boinita (la primera que hago). A ver si para Reyes la tengo acabada (para el 25 no me da tiempo, que deshago más que hago) y así puede ir a juego en la vuelta al cole...
Para hacer el dibujo, Esperanza lo explica perfectamente aquí
A ver qué os parece :) Rosa, por supuesto, su color favorito.
Espero que la guste y se la ponga (que ya sabéis cómo son los niños..). Ahora estoy haciéndola una boinita (la primera que hago). A ver si para Reyes la tengo acabada (para el 25 no me da tiempo, que deshago más que hago) y así puede ir a juego en la vuelta al cole...
Para hacer el dibujo, Esperanza lo explica perfectamente aquí
A ver qué os parece :) Rosa, por supuesto, su color favorito.
18 de diciembre de 2012
Pollo en escabeche a la naranja - super rápido y riquísimo
De nuevo, una receta de las clases de Edu, un poco a mi estilo, ya que al no ir ese día a clase, es imposible que quede igual. Es un escabeche suave, super rico y que se puede hacer con otro tipo de carne, supongo. Además muy rapidito... espero que os guste y os animéis a probarlo.
Ingredientes
- 2 pechugas enteras de pollo (1 kg aprox)
- 3 zanahorias
- 1 cebolla grande
- 1 puerro
- 2 naranjas de zumo
- aceite de oliva (unos 200 ml)
- 1 vasito de vino blanco
- 1 vasito de vinagre
- 1 vasito de caldo
- 1 hoja de laurel
- 6 dientes de ajo
- un trozo de corteza de naranja
- sal y pimienta
Preparación
- Cortar la cebolla en juliana (tiras)
- Pelar y cortar las zanahorias en rodajas
- Pelar los ajos
- Cortar el puerro a la mitad
- Cortar un trozo de corteza de naranja
- Hacer el zumo de las dos naranjas
- Salpimentar las pechugas y en una sartén con un poco de aceite de oliva, sellarlas a fuego fuerte (por dentro quedarán crudas).
- En una olla, echar aceite de oliva y una vez caliente, los dientes de ajo enteros y la cebolla cortada. Pochar a fuego lento. Cuando esté medio hecha, añade la zanahoria, la corteza de naranja y el puerro. Rehogar. Echar el laurel y ocho granos de pimienta negra sin moler.
- Cuando la cebolla esté transparente, echar los líquidos: vinagre, vino, caldo y el zumo de naranja. Dejar un par de minutos y añadir las pechugas.
- Cerrar la olla y cuando suba la válvula, dejar 10 minutos.
- Apagar y cuando se enfríe, sacar las pechugas y cortarlas como que fueran solomillo.
Ya lo tenéis. Fácil ¿verdad?
Podéis añadírselo a una ensalada... como sugerencia del chef: lechuga, granada y queso fresco...
Ingredientes
- 2 pechugas enteras de pollo (1 kg aprox)
- 3 zanahorias
- 1 cebolla grande
- 1 puerro
- 2 naranjas de zumo
- aceite de oliva (unos 200 ml)
- 1 vasito de vino blanco
- 1 vasito de vinagre
- 1 vasito de caldo
- 1 hoja de laurel
- 6 dientes de ajo
- un trozo de corteza de naranja
- sal y pimienta
Preparación
- Cortar la cebolla en juliana (tiras)
- Pelar y cortar las zanahorias en rodajas
- Pelar los ajos
- Cortar el puerro a la mitad
- Cortar un trozo de corteza de naranja
- Hacer el zumo de las dos naranjas
- Salpimentar las pechugas y en una sartén con un poco de aceite de oliva, sellarlas a fuego fuerte (por dentro quedarán crudas).
- En una olla, echar aceite de oliva y una vez caliente, los dientes de ajo enteros y la cebolla cortada. Pochar a fuego lento. Cuando esté medio hecha, añade la zanahoria, la corteza de naranja y el puerro. Rehogar. Echar el laurel y ocho granos de pimienta negra sin moler.
- Cuando la cebolla esté transparente, echar los líquidos: vinagre, vino, caldo y el zumo de naranja. Dejar un par de minutos y añadir las pechugas.
- Cerrar la olla y cuando suba la válvula, dejar 10 minutos.
- Apagar y cuando se enfríe, sacar las pechugas y cortarlas como que fueran solomillo.
Ya lo tenéis. Fácil ¿verdad?
Podéis añadírselo a una ensalada... como sugerencia del chef: lechuga, granada y queso fresco...
13 de diciembre de 2012
La historia de la nuez / Walnut story by Tim Leonard
Estando en Siem Reap, Camboya, tuve la suerte de ir a sentarme a comer, en donde tomaba café Tim.
Y es de esa gente que deja huella, quizá porque es feliz haciendo lo que hace. Y además cuenta muy muy buenas historias.
Tiene una página web llena de muchas cosas interesantes. Cotilleándola un poco, encontré la historia de la nuez (the walnut story), que con su permiso os he traducido hoy. Si queréis leer el original, seguid este link: The walnut story
Animáos a ver su página (www.tmleonard.com) No solo escribe, también tiene fotos preciosas.
Gracias Tim, for the conversation, the stories and allowing me to translate your story. I love it.
Ahí va: The walnut story
Un monje Zen relató una historia.
“antes de convertirme en monje, era un profesor de inglés en un instituto experimental cerca de Chengdo, en el sudoeste de China. Un día, cogí una nuez.
“¿Qué es esto?”
Contestaron en chino.
Escribí “nuez” y “metáfora” en la pizarra.
“Esta nuez es como una persona que conozco, muy dura en el exterior. Están muy seguras dentro de su cáscara. Nada les puede pasar. ¿Qué hay dentro de esta cáscara?
“Algo de comer”, dijo un chico.
“¿Cómo lo sabes?”
“Mi madre me lo dijo”.
“¿Crees todo lo que te dice tu madre?”
“Sí, mi madre siempre dice la verdad”.
“¿De veras?”
“Sí”.
“Bueno, eso está bien, pero me pregunto si las madres siempre dicen la verdad a sus hijos. ¿Por qué? Porque a las madres y a los padres les gusta proteger a sus hijos y mantenerlos a salvo. Especialmente a los más pequeños. Ahora estáis en el instituto y os estáis desarrollando como un ser humano más complete y maduro. Está bien que cuestionéis las cosas y encontréis la verdad por vosotros mismos. ¿Entendéis?
Algunos respondieron “sí”, otros asintieron pasivamente.
“Esta nuez es una metáfora de uno mismo. Un símbolo. El uno mismo que tiene miedo de tomar riesgos porque está “protegido” con su cáscara. Quizá la realidad es que la cáscara está vacía. ¿Cómo sabemos lo que realmente hay dentro?”.
“Es un misterio”, dijo otro chaval.
“Es cierto, es un misterio. ¿Cómo descubriremos qué hay en el interior?”
“Tienes que romper a abrirla”, apuntó otro chico con aspiraciones poéticas.
“Sí, vosotros o yo tendremos que abrir la cáscara, nuestra cáscara, liberarnos de la cáscara para saber qué hay en el interior. Esto puede dar un poco de miedo cuando estamos condicionados y confortables llevando esa cáscara todo el día con nosotros, ¿no?”
“Es como nosotros mismos”, susurró una niña de la primera fila.
“Muy bien. Exacto. Son como nosotros mismos, esta cáscara y el misterio. Tenemos que tomar riesgos y saber que nada terrible va pasar, como cuando intentamos hablar inglés en clase.”
“Si no rompemos la cáscara, nunca sentiremos nada”, dijo otro niño.
Una niña en la parte de atrás de la clase dijo, “significa que es duro abrir nuestro corazón. Es duro conocer a otras personas y saber lo que están pensando, cómo se sienten.”
“Así es”, dije. “Nunca experimentaremos todos los sentimientos de alegría, amor, dolor, pena o amistad y nos perderemos la vida.”
La idea flotó sobre la clase mientras jugaba con la cáscara en mi mano.
“Conozco a gente que crecen muy cansados por añadir capa todos los días sobre su cáscara antes de salir de casa. Se va haciendo más y más pesada, día a día. Algunos incluso intentan llevarla una vez que son adultos. Parece que están vivos pero por dentro están muertos. Pero a veces, quizá les pasa algo importante a nivel emocional y deciden liberarse de su cáscara y ver lo que hay dentro. Se dicen “esta cáscara está volviéndose realmente pesada y estoy cansado de poner más en ella y llevarla a todos los sitios. Voy a arriesgarla”.
Rompí la cáscara en la mesa con mi mano. Se deshizo en trocitos. Los estudiantes saltaron del asiento sorprendidos.
“¡Hecho! Rompí mi cáscara. ¿La puedo recomponer?
“No”, dijeron
“Correcto, ha cambiado para siempre. La cáscara ha desaparecido”
Cogí pequeñas partes de la cáscara, apartándolas de la nuez.
“Mirad, está bien. Ahora es solo una vieja e inútil cáscara. Ya no existe. Es historia. Sé que va a tomar un tiempo quitar todas los trocitos de mi vieja cáscara. Quizá es justo y exacto decir que las pequeñas partes representan mis viejos hábitos, costumbre y actitudes. Eso pasó y ahora voy a tomar mis decisiones usando mi libertad y aceptando la responsabilidad de mis acciones y comportamiento. Y no me va a pasar nada terrible. Me siento más ligero. Ahora puedo ser auténtico.”
Esa es la historia de la nuez.
Y es de esa gente que deja huella, quizá porque es feliz haciendo lo que hace. Y además cuenta muy muy buenas historias.
Tiene una página web llena de muchas cosas interesantes. Cotilleándola un poco, encontré la historia de la nuez (the walnut story), que con su permiso os he traducido hoy. Si queréis leer el original, seguid este link: The walnut story
Animáos a ver su página (www.tmleonard.com) No solo escribe, también tiene fotos preciosas.
Gracias Tim, for the conversation, the stories and allowing me to translate your story. I love it.
Ahí va: The walnut story
Un monje Zen relató una historia.
“antes de convertirme en monje, era un profesor de inglés en un instituto experimental cerca de Chengdo, en el sudoeste de China. Un día, cogí una nuez.
“¿Qué es esto?”
Contestaron en chino.
Escribí “nuez” y “metáfora” en la pizarra.
“Esta nuez es como una persona que conozco, muy dura en el exterior. Están muy seguras dentro de su cáscara. Nada les puede pasar. ¿Qué hay dentro de esta cáscara?
“Algo de comer”, dijo un chico.
“¿Cómo lo sabes?”
“Mi madre me lo dijo”.
“¿Crees todo lo que te dice tu madre?”
“Sí, mi madre siempre dice la verdad”.
“¿De veras?”
“Sí”.
“Bueno, eso está bien, pero me pregunto si las madres siempre dicen la verdad a sus hijos. ¿Por qué? Porque a las madres y a los padres les gusta proteger a sus hijos y mantenerlos a salvo. Especialmente a los más pequeños. Ahora estáis en el instituto y os estáis desarrollando como un ser humano más complete y maduro. Está bien que cuestionéis las cosas y encontréis la verdad por vosotros mismos. ¿Entendéis?
Algunos respondieron “sí”, otros asintieron pasivamente.
“Esta nuez es una metáfora de uno mismo. Un símbolo. El uno mismo que tiene miedo de tomar riesgos porque está “protegido” con su cáscara. Quizá la realidad es que la cáscara está vacía. ¿Cómo sabemos lo que realmente hay dentro?”.
“Es un misterio”, dijo otro chaval.
“Es cierto, es un misterio. ¿Cómo descubriremos qué hay en el interior?”
“Tienes que romper a abrirla”, apuntó otro chico con aspiraciones poéticas.
“Sí, vosotros o yo tendremos que abrir la cáscara, nuestra cáscara, liberarnos de la cáscara para saber qué hay en el interior. Esto puede dar un poco de miedo cuando estamos condicionados y confortables llevando esa cáscara todo el día con nosotros, ¿no?”
“Es como nosotros mismos”, susurró una niña de la primera fila.
“Muy bien. Exacto. Son como nosotros mismos, esta cáscara y el misterio. Tenemos que tomar riesgos y saber que nada terrible va pasar, como cuando intentamos hablar inglés en clase.”
“Si no rompemos la cáscara, nunca sentiremos nada”, dijo otro niño.
Una niña en la parte de atrás de la clase dijo, “significa que es duro abrir nuestro corazón. Es duro conocer a otras personas y saber lo que están pensando, cómo se sienten.”
“Así es”, dije. “Nunca experimentaremos todos los sentimientos de alegría, amor, dolor, pena o amistad y nos perderemos la vida.”
La idea flotó sobre la clase mientras jugaba con la cáscara en mi mano.
“Conozco a gente que crecen muy cansados por añadir capa todos los días sobre su cáscara antes de salir de casa. Se va haciendo más y más pesada, día a día. Algunos incluso intentan llevarla una vez que son adultos. Parece que están vivos pero por dentro están muertos. Pero a veces, quizá les pasa algo importante a nivel emocional y deciden liberarse de su cáscara y ver lo que hay dentro. Se dicen “esta cáscara está volviéndose realmente pesada y estoy cansado de poner más en ella y llevarla a todos los sitios. Voy a arriesgarla”.
Rompí la cáscara en la mesa con mi mano. Se deshizo en trocitos. Los estudiantes saltaron del asiento sorprendidos.
“¡Hecho! Rompí mi cáscara. ¿La puedo recomponer?
“No”, dijeron
“Correcto, ha cambiado para siempre. La cáscara ha desaparecido”
Cogí pequeñas partes de la cáscara, apartándolas de la nuez.
“Mirad, está bien. Ahora es solo una vieja e inútil cáscara. Ya no existe. Es historia. Sé que va a tomar un tiempo quitar todas los trocitos de mi vieja cáscara. Quizá es justo y exacto decir que las pequeñas partes representan mis viejos hábitos, costumbre y actitudes. Eso pasó y ahora voy a tomar mis decisiones usando mi libertad y aceptando la responsabilidad de mis acciones y comportamiento. Y no me va a pasar nada terrible. Me siento más ligero. Ahora puedo ser auténtico.”
Esa es la historia de la nuez.
2 de diciembre de 2012
Dormir en... Siem Reap (Camboya)
La oferta en Siem Reap, es enorme y para todos los bolsillos. No es de extrañar, ya que es la puerta de entrada a los templos de Angkor y eso es mucho.
Nosotros aterrizamos en el Babel Guesthouse http://www.babelsiemreap.com/ por recomendación del blog de Rafa (El blog del viajero independiente), que tiene muchísima información del sudeste asiático. Y la verdad es que acertamos. Un lugar para recomendar. Su cafetería incluída.
Nosotros aterrizamos en el Babel Guesthouse http://www.babelsiemreap.com/ por recomendación del blog de Rafa (El blog del viajero independiente), que tiene muchísima información del sudeste asiático. Y la verdad es que acertamos. Un lugar para recomendar. Su cafetería incluída.
Detalle en la pared de la habitación: "Para de cazar sombras, simplemente disfruta el viaje" |
1 de diciembre de 2012
Gesto humanitario
Al cerrar el correo, me aparece la página de yahoo noticias y veo algo que me llama la atención. La foto, un policía, parece americano. El pie de foto reza "su gesto da la vuelta al mundo". Pincho y me encuentro con la noticia que os pego a continuación.
Quiero pensar que esto pasa cada día, miles de veces, en todos los países y de manera habitual. Lo que para mi es noticia, es precisamente que sea noticia. Ojalá los medios cambiaran el chip, y estuvieran llenos de noticias alegres, noticias humanas y que nos hicieran sonreir cada día. Y que esto, no fuera la excepción, sino la regla.
Coincidió que Jennifer Foster, una turista procedente de Florence (Arizona), pasaba por allí y vio toda la escena. Conmovida por lo que vio, esta mujer, directora de comunicación del sheriff del condado de Pinal, tomó la foto y se la mandó a su homóloga en la policía de Nueva York: "El agente dijo, 'Tengo estas botas de la talla 46 para usted, son para todo tipo de clima. Vamos a ponérselos y a cuidar de usted", escribió Foster en el correo.
"El agente se puso en cuclillas y procedió a ponerle calcetines y las botas nuevas a este hombre. He trabajado en la policía 17 años y no he estado tan impresionada en mi vida. Es importante, creo, que todos recordemos el motivo verdadero de que estamos trabajando en este oficio. El recordatorio que este agente nos ha regalado sobre nuestra profesión, esta presentación de bondad humana, no ha sido en vano".
A partir de ahí, fue cuestión de tiempo para que Lawrence DePrimo se convirtiera en un icono del espíritu navideño estadounidense. La policía Nueva York publicó tanto la foto como el texto de Foster en su página de Facebook. En cuestión de horas, recibió unos 320.000 Me gusta, fue compartido 77.000 veces y 20.000 comentarios aplaudiendo a DePrimo.
"Es cierto que hay ángeles en la faz de la Tierra", comentaba una mujer; "Menudo agente de policía", escribía otra. También hay escépticos que creen que todo es un montaje, un lavado de imagen de la policía. "Qué casualidad que el vagabundo esté aparcado frente a una zapatería".
Foster ha contestado a estos críticos en el mismo hilo: "El agente no esperaba NADA a cambio y no sabía que estaba siendo observado", zanja.
¿En cuanto a Lawrence? La explicación que le dio a The New York Times de todo el asunto fue sucinta y meridiana: "Hacía un frío terrible y se veía claramente que el hombre tenía ampollas en los pies. Yo llevaba dos pares de calcetines puestos y aún así tenía frío".
Fuente: Yahoo US
Quiero pensar que esto pasa cada día, miles de veces, en todos los países y de manera habitual. Lo que para mi es noticia, es precisamente que sea noticia. Ojalá los medios cambiaran el chip, y estuvieran llenos de noticias alegres, noticias humanas y que nos hicieran sonreir cada día. Y que esto, no fuera la excepción, sino la regla.
Lawrence DePrimo, el policía que compró botas a un vagabundo descalzo en el frío neoyorkino
Por Thomas Castroviejo | Gaceta trotamundos – vie, 30 nov 2012
El momento que ha dado la vuelta al mundo (Facebook/NYPD)Es
probable que la labor como policía anti-terrorista que Lawrence DePrimo
desempeñaba por las calles de Nueva York antes del 14 de noviembre
fuera de por sí elogiosa. Sin embargo, si ahora este agente se ha convertido en uno de los personajes del mes y en una de las caras más compartidas por Internet no es por su trabajo, sino por su humanidad.
Esa gélida noche en cuestión, DePrimo, de 25 años, que lleva tres en el puesto y que vive con sus padres en Long Island, estaba cubriendo la famosa gran vía turística Times Square cuando vio a un vagabundo de edad avanzada, tirado en el suelo de la mítica calle 42, descalzo en el frío neoyorkino. Sin pensarlo dos veces, DePrimo entró en una tienda, Skechers, y regresó junto al pobre... Con un par de botas de 100 dólares.Coincidió que Jennifer Foster, una turista procedente de Florence (Arizona), pasaba por allí y vio toda la escena. Conmovida por lo que vio, esta mujer, directora de comunicación del sheriff del condado de Pinal, tomó la foto y se la mandó a su homóloga en la policía de Nueva York: "El agente dijo, 'Tengo estas botas de la talla 46 para usted, son para todo tipo de clima. Vamos a ponérselos y a cuidar de usted", escribió Foster en el correo.
"El agente se puso en cuclillas y procedió a ponerle calcetines y las botas nuevas a este hombre. He trabajado en la policía 17 años y no he estado tan impresionada en mi vida. Es importante, creo, que todos recordemos el motivo verdadero de que estamos trabajando en este oficio. El recordatorio que este agente nos ha regalado sobre nuestra profesión, esta presentación de bondad humana, no ha sido en vano".
A partir de ahí, fue cuestión de tiempo para que Lawrence DePrimo se convirtiera en un icono del espíritu navideño estadounidense. La policía Nueva York publicó tanto la foto como el texto de Foster en su página de Facebook. En cuestión de horas, recibió unos 320.000 Me gusta, fue compartido 77.000 veces y 20.000 comentarios aplaudiendo a DePrimo.
"Es cierto que hay ángeles en la faz de la Tierra", comentaba una mujer; "Menudo agente de policía", escribía otra. También hay escépticos que creen que todo es un montaje, un lavado de imagen de la policía. "Qué casualidad que el vagabundo esté aparcado frente a una zapatería".
Foster ha contestado a estos críticos en el mismo hilo: "El agente no esperaba NADA a cambio y no sabía que estaba siendo observado", zanja.
¿En cuanto a Lawrence? La explicación que le dio a The New York Times de todo el asunto fue sucinta y meridiana: "Hacía un frío terrible y se veía claramente que el hombre tenía ampollas en los pies. Yo llevaba dos pares de calcetines puestos y aún así tenía frío".
Fuente: Yahoo US
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