Estando en Siem Reap, Camboya, tuve la suerte de ir a sentarme a comer, en donde tomaba café Tim.
Y es de esa gente que deja huella, quizá porque es feliz haciendo lo que hace. Y además cuenta muy muy buenas historias.
Tiene una página web llena de muchas cosas interesantes. Cotilleándola un poco, encontré la historia de la nuez (the walnut story), que con su permiso os he traducido hoy. Si queréis leer el original, seguid este link: The walnut story
Animáos a ver su página (www.tmleonard.com) No solo escribe, también tiene fotos preciosas.
Gracias Tim, for the conversation, the stories and allowing me to translate your story. I love it.
Ahí va: The walnut story
Un monje Zen relató una historia.
“antes de convertirme en monje, era un profesor de inglés en un instituto
experimental cerca de Chengdo, en el sudoeste de China. Un día, cogí una nuez.
“¿Qué es esto?”
Contestaron en chino.
Escribí “nuez” y “metáfora” en la pizarra.
“Esta nuez es como una persona que conozco, muy dura en el exterior. Están muy seguras dentro de su
cáscara. Nada les puede pasar. ¿Qué hay dentro de esta cáscara?
“Algo de comer”, dijo un chico.
“¿Cómo lo sabes?”
“Mi madre me lo dijo”.
“¿Crees todo lo que te dice tu madre?”
“Sí, mi madre siempre dice la verdad”.
“¿De veras?”
“Sí”.
“Bueno, eso está bien, pero me pregunto si las madres siempre dicen la
verdad a sus hijos. ¿Por qué? Porque
a las madres y a los padres les gusta proteger a sus hijos y mantenerlos a
salvo. Especialmente a los más
pequeños. Ahora estáis en el instituto y os estáis desarrollando como un
ser humano más complete y maduro. Está bien que cuestionéis las cosas y
encontréis la verdad por vosotros mismos. ¿Entendéis?
Algunos respondieron “sí”, otros asintieron pasivamente.
“Esta nuez es una metáfora de uno mismo. Un símbolo. El uno mismo que tiene
miedo de tomar riesgos porque está “protegido” con su cáscara. Quizá la
realidad es que la cáscara está vacía. ¿Cómo sabemos lo que realmente hay
dentro?”.
“Es un misterio”, dijo otro chaval.
“Es cierto, es un misterio. ¿Cómo descubriremos qué hay en el interior?”
“Tienes que romper a abrirla”, apuntó otro chico con aspiraciones poéticas.
“Sí, vosotros o yo tendremos que abrir la cáscara, nuestra cáscara,
liberarnos de la cáscara para saber qué hay en el interior. Esto puede dar un
poco de miedo cuando estamos
condicionados y confortables llevando esa cáscara todo el día con nosotros,
¿no?”
“Es como nosotros mismos”, susurró una niña de la primera fila.
“Muy bien. Exacto. Son como nosotros mismos, esta cáscara y el misterio. Tenemos
que tomar riesgos y saber que nada terrible va pasar, como cuando intentamos
hablar inglés en clase.”
“Si no rompemos la cáscara, nunca sentiremos nada”, dijo otro niño.
Una niña en la parte de atrás de la clase dijo, “significa que es duro abrir
nuestro corazón. Es duro conocer a otras personas y saber lo que están
pensando, cómo se sienten.”
“Así es”, dije. “Nunca experimentaremos todos los sentimientos de alegría,
amor, dolor, pena o amistad y nos perderemos la vida.”
La idea flotó sobre la clase mientras jugaba con la cáscara en mi mano.
“Conozco a gente que crecen muy cansados por añadir capa todos los días
sobre su cáscara antes de salir de casa. Se va haciendo más y más pesada, día a
día. Algunos incluso intentan llevarla una vez que son adultos. Parece que
están vivos pero por dentro están muertos. Pero a veces, quizá les pasa algo
importante a nivel emocional y deciden liberarse de su cáscara y ver lo que hay
dentro. Se dicen “esta cáscara está volviéndose realmente pesada y estoy
cansado de poner más en ella y llevarla a todos los sitios. Voy a arriesgarla”.
Rompí la cáscara en la mesa con mi mano. Se deshizo en trocitos. Los
estudiantes saltaron del asiento sorprendidos.
“¡Hecho! Rompí mi cáscara. ¿La puedo recomponer?
“No”, dijeron
“Correcto, ha cambiado para siempre. La cáscara ha desaparecido”
Cogí pequeñas partes de la cáscara, apartándolas de la nuez.
“Mirad, está bien. Ahora es solo una vieja e inútil cáscara. Ya no existe. Es historia. Sé
que va a tomar un tiempo quitar todas los trocitos de mi vieja cáscara. Quizá
es justo y exacto decir que las pequeñas partes representan mis viejos hábitos,
costumbre y actitudes. Eso pasó y ahora voy a tomar mis decisiones usando mi
libertad y aceptando la responsabilidad de mis acciones y comportamiento. Y no me va a pasar nada terrible. Me
siento más ligero. Ahora puedo ser auténtico.”
Esa es la historia de la nuez.
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