28 de mayo de 2014

Pisac

Llegar a Pisac, a 33 kms de Urubamba, es una hora y cuarto de camino. De badén a badén (aquí jibas), el autobús acelera para parar un minuto más tarde a recoger un pasajero o echar gasolinai con el motor encendido. El paisaje sigue siendo espectacular. Cascadas que brotan en medio de imponentes paredes cubiertas de tremendos cactus. Un niño rezando el rosario mientras camina. Carreteras que suben a los cerros cosiendo la montaña en perfecto zig zag. Una bicicleta con un gran cajón delantero que contiene tres pequeños sentaditos, a los que sólo veo el gorrito de lana. Un cartel de un concurso de cocina campesina que ya pasó. Campos (chacras) cubiertos de maiz blanco secándose al sol después de dos días de lluvia inesperada. Dos mujeres bajo el sol con vestidos artesanos y unos sombreros difrerentes
a los vistos hasta ahora, que caen como cortinillas hasta la mitad de su cara.

Ya antes de llegar a Pisac, divisas las terrazas de cultivo que descienden vertiginosas por la montaña. Rodeado de seis apus (cerros), las calles cuadriculan el pueblo, con canales por donde corre el agua desde quizá el mismo siglo XVI. Al llegar a la plaza de Armas, una plaga de puestos y toldos la cubren. Es domingo, día de mercado y se esperan ordas de turistas en autobuses a partir de las once, con lo que no hay prisa por abrir. En una de las esquinas, el mercado de verduras y frutas, donde mujeres arrugadas con sombreros diversos y faldas abultadas, intentan vender los productos recién recogidos. A primera hora todavía se ve algo de trueque si sabes mirar. Desde uno de los coloridos balcones de madera, la plaza recuerda a Almería. Cubierta de plásticos blancos, parece diminuta. A media hora de la misa en Quechua, las campanas empiezan a repicar. No es el primer aviso, sino el comienzo de 30 minutos en los que no van a dejar de sonar.

Tradicionalmente, las comunidades de los altos, bajaban a escuchar la misa. Actualmente, todavía los alcalders y niños vestidos de la manera tradicional y portando su bastón de mando, asisten para complacer al turista que atento deja una propina en la gorra después de fotografiar a los niños tocando la caracola del mar. La ceremonia dura  una hora y media y son pocas las personas que asisten a ella. Abuelas que se agachan a recoger los pétalos de rosas blancas pisados por el sacerdote que porta al Santísimo bajo un palio hasta la entrada principal y algún que otro nieto que acompaña.

Y es que hasta aquí ha llegado ya una corriente religiosa pro tradiciones incas y contra el cristianismo como algo externo y ajeno, y según cuentan, durante la última procesión del pueblo en honor a su patrona, los profesores de un colegio radical, instaron a los alumnos a quemar y romper imágenes de la Virgen por ser algo falso y sin valor.

Considerada como la capital del Valle Sagrado, aunque la capital sea Urubamba, son varios los extranjeros aquí establecidos. Se puede ver en la estética de los restaurantes y cafeterías, en las tiendas macrobióticas y bio (donde nadie utiliza todavía químicos, con lo que "bio" es todo)  y en los precios de las cosas.

Una niña se cambia para vestirse con la ropa tradicional bajo el balcón donde tomo un café. En una tela, algo se mueve. Con el corderito a cuestas, se paseará todo el día para intentar ganarse el jornal. De vueltga a la iglesia, a la salida lanzan caramelos y monedas para celebrar un bautizo. Pies arrugados de uñas negras y sandalias de neumático se posan sobre los caramelos haciéndome recordar a la Sra. Zoila haciendo lo propio a pesar de estar tu mano debajo...

Comer a la sombra bajo el abrasador sol con la vista de las ruinas a las qu eno te atreves a subir por el calro, es algo que no olvidarás. Y piensas repetir visita, cuando un sábado vuelvas, para ver la plaza al completo sin tener que perderte entre los puestos del mercado. 










5 comentarios:

  1. Tal como lo describes lo vi en la 2, en grandes documentales. Salian las señoras ataviadas con los sombreros como con una falda. Los hombres recogian la cosecha de patatas y después de separar las grandes, para venderlas, el resto las dejaban al raso dos noches. Se congelaban y así las podian conservar todo el invierno...
    Sigue disfrutando.
    Un beso

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    1. Ese sombrero es de por aquì cerca, cada zona tiene uno... después de dejarlas que se congelen al raso, se pueden comer tal cual, o se pueden hacer dos cosas, Chuño y Moralla. Cada uno lleva su proceso. A la vuelta te cuento, o si tengo tiempo, lo mismo en el blog.
      Un beso

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  2. Sencillamente, ... sin palabras!!

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