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Tren del recuerdo |
Interminables
planicies donde el viento sopla sin cesar. Gélidos lagos con aguas cristalinas
que invitan al baño. Humeantes volcanes de cumbres nevadas que parecen sacados
de una pintura divina. Árboles milenarios con cortezas como caparazones de
tortugas inmensas. Silencios interrumpidos por el pájaro carpintero o el tero
avisando que está cerca su nido. Cóndores volando a la altura de tu cabeza,
nubes del color de las frambuesas. El inmenso Pacífico queriendo besar la luna
llena, mientras ruge en un intento de invadir la tierra de nuevo. Atardeceres
donde los lobos marinos se recortan bramando al sol que se esconde. Pelícanos
en formación sobrevolando la casa de Neruda. Estar en la cima del mundo y bajar
por la nieve como en un tobogán. Lluvia sobre lluvia para que el musgo pueda
ser del tamaño de la mano. Callejuelas llenas de arte que desaparecerá más
pronto que tarde. Un cielo verde, azul, morado y violeta, con nubes que parecen
peinadas. Viñas hasta donde alcanza la vista. Cabañas llenas de sueños donde
todos caben. Olor a leña y eucalipto. Historias de duendes, de pioneros y
visionarios. Una hoguera bajo las estrellas con vino chambreado y un cocimiento
con lo que queda para pasar el mes, acompañado de una guitarra y una voz. Sudar
en el te-mazcal con seis amigos desconocidos a las tantas de la mañana,
acompañado de un chiste subido de tono. Un tren de dos vagones acercando a la
civilización a pueblos que se vacían. Abuelas cercanas a los 90 cuidando el
jardín con un pájaro que anida bajo su tejado como compañía. Lágrimas en sus
ojos porque no saben cuándo te volverán a ver. Hermanos que ayudan a recuperar
las viñas centenarias quemadas y con ellas un sueño. Y un trago de vino ante
alguien feliz por ser la primera vez que un turista le saluda. La historia de un
pueblo viviendo dos meses en un cerro por el miedo a bajar y que se les trague
el océano después de un terremoto. Sentir un temblor tomando un café mientras
la vida sigue. Una canción de la república española con voz de barítono. Un
terremoto en la piojera a las dos horas de llegar a la ciudad. Y una espontánea
bailando cueca para acompañar a la Sra. Carmen en la parada del tren. Una cerveza compartida observando cómo
enderezar la vía del tren descarrilado a mazazos. Historias de mujeres
abandonadas y valientes que crían a sus hijos con la esperanza de llevarlos a
la Universidad. Tejer una alfombra reciclada para una familia que perdió todo
en un incendio con Francisca y Leonor. El regalo de un pan amasado. Un piropo
de los de antes.
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Volcán Villarrica desde Parque de Huerquehue |
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Atardecer en la Lobería, Cobquecura |
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Y
conversaciones. Decenas. Cientos quizá. En cada pueblo, en cada estación, con
cada tendero. En la peluquería, en la cola del autobús, sentada en un banco a
la sombra. Con Luis, el mapuche que cuenta cómo echaron a Monsanto de su
pueblo. Con Jose Luis, el argentino que aprendió a estar en el lado bueno después
de estar en el lado malo. Con Hugo, el abuelo que recién se enteró que tiene un
hijo de cuarenta años y no sabe qué hacer. Con Carolina que dejó su cómoda vida
para luchar por un sueño. Con Marce, que sueña con el viaje regalado por un
hijo que será ingeniero. Con gente anónima que pasa a tener nombre e historia.
Que da las gracias al chofer al bajar del autobús. Que te desean que te vaya
todo lindo al comprar. Que te pregunta de dónde eres a la primera “zeta”. Que
te invita a su casa a los cinco minutos de conocerte. Que critica a su propio
país por su avance económico pero retroceso social. Gente muy humana, gente de
piel. Con un corazón que no les cabe en el pecho. Preocupada porque esa
humanidad se está perdiendo, rápido, sin control, haciendo que la balanza se
incline por el “tener” antes que por el “ser”.
Así
ha sido mi Chile. Me voy con el corazón lleno de gente amable, con tanto
aprendido, con nuevos amigos a los que ya estoy echando de menos y ganas de ver
a otros a los que me he perdido en este larguísimo país.
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Valparaíso |
En un autobús alguien se despidió con un "disfruta de este día como que fuera el último y di lo que tengas que decir por si no estás mañana". Ojalá disfrutéis de vuestro día así. :)
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San Antonio |
Pedazo de frase final!! Hermosa descripcion de un pais que aunque cerca nunca he visitado, tendre que ir a descubrirlo mientras tanto tu sigue disfrutando, improvisando que tan mal note va jajaja
ResponderEliminarSencillamente genial y genialmente sencillo.
ResponderEliminarQué envidia sana y qué alegría el fondo que nos transmites. Es como una gota de agua fresca en este desierto, aunque también desde la esperanza de encontrar esos espacios de esperanza en este duro invierno. Un saludo y gracias por compartir.
Me agrada cada uno de los artículos que publican muchas gracias por siempre estar con los mejores temas para nosotros en el blog https://cabañasenpichilemu.com
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