Llegar a Pisac, a 33 kms de Urubamba, es una hora y cuarto de camino. De badén a badén (aquí jibas), el autobús acelera para parar un minuto más tarde a recoger un pasajero o echar gasolinai con el motor encendido. El paisaje sigue siendo espectacular. Cascadas que brotan en medio de imponentes paredes cubiertas de tremendos cactus. Un niño rezando el rosario mientras camina. Carreteras que suben a los cerros cosiendo la montaña en perfecto zig zag. Una bicicleta con un gran cajón delantero que contiene tres pequeños sentaditos, a los que sólo veo el gorrito de lana. Un cartel de un concurso de cocina campesina que ya pasó. Campos (chacras) cubiertos de maiz blanco secándose al sol después de dos días de lluvia inesperada. Dos mujeres bajo el sol con vestidos artesanos y unos sombreros difrerentes
Apuntes de viajes, sensaciones, momentos para recordar y pequeñas cosas que me hacen disfrutar
28 de mayo de 2014
22 de mayo de 2014
15 de mayo de 2014
Ollantaitambo
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8 de mayo de 2014
Urubamba
Pues sí, ya estoy en Perú, más concretamente en Urubamba, a unos cuarenta kilómetros de Cuzco (aquí Cusco), lo que se traduce en algo más de una hora de alocadas carreras en combi (furgoneta para 11 pasajeros y conductor).
El pueblo, a casi 3000 metros de altitud, está encajonado entre impresionantes nevados (montañas de más de 5000 m en las que hay nieve todo el año) y es la capital del sector de la zona. El centro es una perfecta cuadrícula con altas aceras y casas blancas de un solo piso a un lado y a otro, en las que puerta y ventanas están pintadas de azul oscuro, verde o granate. Detrás de las puertas imponentes patios alrededor de los cuales viven varios vecinos, vestigios de la época española.
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