20 de agosto de 2013

De 32 jabalís, 3 colibrís, una culebra y dos cabras

Y no, no es que haya estado en el zoológico, o el calor esté haciendo mella en mi y esté viendo bichos y culebras. Pero podría ser una manera de resumir mi semana en Prenafeta, ese pueblo donde se acaba la carretera a donde me gusta escaparme cada vez que tengo ocasión y necesito desconectar.

Me gusta pensar que las cosas están relacionadas entre sí y pasan por algo. Y cuando tienes tiempo para observar y escuchar, se ve claro.

Volviendo de Montblanc hacia Prenafeta, en una de las curvas de los apenas cuatro kilómetros que separan los dos sitios, un pajarito, azul eléctrico, con el cuello verde y el pico larguísimo, se sostenía agitando las alas a una velocidad increíble en medio de la carretera. Iba muy despacio, pero aun eso frené, y comencé a pitar: "¡muévete!¡que no quiero atropellarte!" le gritaba como si pudiera oirme. Dos metros más allá, otros dos pajaritos, iguales, estaban también en medio de la carretera. Fue entonces cuando vi al cuarto, aplastado sobre el asfalto. Apenas se podía distinguir una pluma azul que se movía con el viento en un intento desesperado de volver a volar. Seguí pitando hasta que se fueron. ¿Colibrís? Mi conocimiento del mundo de los pájaros es nulo, pero ¿podría ser?
Investigando por la red, me enteré de que era imposible que fueran colibrís, ya que sólo existen en el continente americano. Pero no me quedé conforme, y lo comenté con mis amigas, que vinieron a conocer el lugar unos días.

Dos días más tarde, después de que Ramón nos contara que hay 32 jabalís (contados, eh?) por la zona que estaban estropeando los cultivos, e ir en el coche, cerca de media noche, bromeando con la hora de actividad de esos animales, en la misma curva, apareció el supuesto "colibrí"... frenazo, espera, risas, "gorrión común" y ojos con rayos gamma de por medio, proseguimos la marcha. Y dos curvas más tarde, allí estaban, justo acabando de cruzar la carretera: dos de los treinta y dos jabalís. Un minuto antes y nos los comemos. El pajarito hizo que nos retrasáramos el tiempo suficiente para verlos en la cuneta y no sobre el parachoques.

Al día siguiente, un poco más adelante, un metro de culebra atropellada en la carretera. Y Noe intentando determinar si era culebra o víbora cuando aparece Ramón, por arte de magia, para darnos una lección y un veredicto. Era una culebra. Qué pena que hubiera sido atropellada.

Bromeábamos con haber cubierto el cupo de bichitos (aparte de los humanos, que de esos hay siempre), cuando para rematar, cerca de Haro, ya volviendo a casa, en plena autopista, veo un bulto negro... "joxxx, ahí hay un perro, o algo negro...allí quieto..." Mientras decelero, pasamos junto a dos cabras, aterrorizadas, inmóviles, en pleno carril de adelantamiento. Llamada al 112. Parece que habían incluso saltado la mediana, ya que tenían otro aviso de que estaban en la otra dirección...

Espero que las cabras pudieran volver al monte y que ningún pajarito ni reptil más haya sido atropellado. Aunque seguirá pasando. Comentábamos que parece que los bichos cada vez están más "tontos". Yo me inclino por pensar que cada vez tienen menos sitio para estar, porque lo invadimos todo, y no les queda otra que aventurarse.

Y me gusta imaginar que las cabras estaban protestando, aunque muertas de miedo, por el ruido continuo de la autopista que no las deja descansar. Y que dos minutos después de pasar, desplegaron una pancarta pidiendo espacio y soledad ante la atónita mirada de los policías motorizados que fueron a intentar despejar el carril.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado tu relato de aventuras, dramas naturales y descubrimientos ocasionales.
    Mis padres solían escalar y me llevaban a menudo a acampar a la zona del Montblanc.
    Gracias por pasarte por mi blog, me ha permitido conocer el tuyo y me gusta!
    Un abrazo y estamos conectadas!
    Lou

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    1. Me alegro de que te haya gustado... :) aunque este Montblanc es un pueblo de Tarragona, que se llama como el famoso pico al que imagino que te refieres... :);)
      Gracias por pasarte por el mío! Ya recibo tus entradas al correo, así que aunque no me veas siempre, te recibo! :) Un abrazo, Carmen

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  2. Jo,me ha dado pena la cantidad de animales que maltratamos e incluso llevamos a la muerte por el ansia de progreso descontrolado de los humanos... El colibri es una de mis aves favoritas y tengo el lujo de tenerlos al lado de casa y poder disfrutar de sus colores y sus vuelos a diario,lo que me parece increible es que hayan llegado hasta Europa ya que como bien dices solo se dan en estas tierras americanas... Estupendo relato para una mañana de verano andino.. Un saludo Carmen. :)

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    1. La verdad es que no nos damos cuenta, pero pasa a cada rato.Sí, tienes razón, seguro que es otro pájaro, pero nunca había visto ninguno tan colorido, tan diferente, con el pico tan largo, así que me voy a quedar con la idea de que es lo más cerca que he estado de un colibrí ;) Qué suerte que tú los tienes cerca. Disfrútalos...Un abrazo!!! :)

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