Una chavala, de no más de 12 años, pide en el metro con un cartel, dinero para su hijo. A mi lado, una señora, rondará los 70 años, maquillada, en ese punto entre "a la moda" y hortera difícil de explicar, me mira y me dice "para su hijo dice, si ni siquiera es mujer todavía, mírala, qué poca vergüenza". Después de esa frase, a la que la correspondo con una sonrisa (porque tiene razón), vienen muchas más.
Y me da su particular visión sobre el mundo en 4 paradas de metro.
Sobre la crisis, y recuerda cuando a sus padres los mataron en la guerra civil, teniéndose que criar con los abuelos. Y los piojos que tenían todos en Madrid, donde la higiene no era algo habitual porque ni agua, el hambre que pasaron, "y ahora dicen que hay crisis. Eso sí que era crisis". Me habla de la postguerra y de cómo ahora se viste en un rastro en el que "casi todo es robado, pero oye, con 300 euros de viudedad que tengo, no me da para más".
Sobre los inmigrantes, y cómo cuando uno le intentó robar la cartera le dijo "no te da vergüenza robar a los pobres. Tendrías que estar intentando mejorar, que para eso se viene aquí, como hacían los españoles en otra época". Y me deja claro que le parece bien que estén, que tienen su derecho a intentar vivir mejor.
Sobre política y lo que están haciendo los políticos al país "Hija, nunca votaré a la derecha, porque he nacido de izquierdas, pero mi conciencia no me dejó votarlos esta última vez. Qué decepción. Así que voté en blanco".
No es un discurso de abuelo cebolleta en el que echa de menos tiempos pasados o intenta dar una lección. No es el discurso de alguien que esté en sus últimos años de vida. Es un casi - monólogo de alguien vital, que lucha por su felicidad día a día y todavía sueña con un mundo mejor.
Cuando se va a bajar, y después de decirme que estuvo una vez en Burgos y lo mucho que le gustó la catedral, me doy cuenta que ni siquiera nos hemos dicho el nombre.
Sale toda resuelta, con paso firme, a ver si encuentra algo en el rastro. Agarra el bolso con fuerza.
De nuevo, muchos años después, he vuelto a sentir la sensación de tener cara de "cuéntame tu vida en 10 minutos, que te escucho".
Muy buen post!! le cundieron a la señora 4 paradas de metro... Encontrarte estas experiencias hace que tu día sea diferente.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tu comentario :) La verdad es que fue de esas cosas que no se olvidan :) Saludos!
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