17 de febrero de 2012

Tentación

Llegaba a casa, más tarde de lo previsto. Llovía de lado, como llueve casi siempre, ya que casi siempre hay viento.
Con una pequeña correa, atado a la reja de la tienda del bajo de mi casa, había un perrito de aguas, pequeño, con el pelo bien rizado. No lo hubiera visto, si no lo hubiera oído. Gemía, muy bajito, como para no molestar. Le he mirado, me ha mirado, y ha vuelto a gemir, muy muy bajito y ha mirado hacia la puerta del bar de enfrente, donde había cuatro personas desafiando al frío para fumarse un cigarro. Le he dicho un "qué pasa" como que me entendiera, pero así lo parecía. Me ha vuelto a mirar, con otro gemido, muy pequeñito, junto con un temblor, que parecía decir "suéltame, tengo frío".
Y por un momento he sentido la tentación de hacerlo. Seguramente, el perro hubiera echado a correr en busca de su dueño, pero en mi cabeza se ha cruzado la idea del perro subiendo conmigo las escaleras hasta casa, a buscar el calorcito. Y la idea no me ha parecido mala.
Con una sonrisa, he metido la llave en la cerradura, mientras le miraba por última vez, dejándolo solo bajo la repisa de la tienda, esperando.

2 comentarios:

  1. Posiblemente el can te pedía, eso, que le soltaras para refugiarse de la lluvia y del frio, porque los canes, y más si son pequeños, son muy frioleros.

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