24 de octubre de 2012

Bangkok: la ciudad mercado

He salido a la calle dispuesta a usar el servicio de "express boat" (un barco que va por el r'io a modo de autob'us urbano) para ir desde cerca del hostal hasta el mercado de flores, pero a lo tonto y a lo bobo, me he dejado llevar, y he acabado 6 horas despu'es en el punto de partida.

Y es que, a pesar de no ser la primera vez en asia, Bangkok es una ciudad donde perderse es lo mejor que te puede pasar. Calles abarrotadas de tr'afico con los cables de la luz colgando y donde la 'unica manera de pasar es acercarte a un local y convertirte en su sombra. Edificios enormes y cochambrosos junto a casitas de teca y centros comerciales donde vuelves a Europa. Motocicletas que hacen las veces de taxi, taxis rosa fosforito, tuk tuks pintados de cualquier manera y luces multicolor. Monjes con la t'unica azafr'an paseando por las calles, cientos de macetas que suplen la falta de 'arboles y c'esped en el centro de la ciudad. Contaminaci'on, sacos de arena a modo de barricada junto al r'io, templos ahogados por el resto de edificios de alrededor, olor a incienso, a picante, a flores, a cientos de cosas que no identificas.

Y sobre todo, y en todas las calles, en cada esquina, Bangkok es un gran mercado donde se vende de todo.

Paseando, he ido tropezando con todos... el mercado de los amuletos, con cientos de puestos donde se venden toda suerte de mini estatuillas de arcilla, metal, tela, que se cuelgan para protegerse de los demonios. Budas de todos los tamagnos. Un puesto donde esculpen una estatua inmensa con un monje sentado. Entre los amuletos, pequegnos locales de comida, donde el wok es el rey y toda suerte de hierbas frescas esperan a ser comidas, zumos de frutas que no conozco, noodles, huevos que no lo parecen...

Y no acabo de perderme en este, cuando me tropiezo con otro en la calle, donde cualquier cosa vale. Y acto seguido mis ojos empiezan a ver pescado seco y especiado, y entro en el edificio donde me miran como si estuvieran viendo una aparici'on... el olor es muy intenso, casi vomitivo... y dos manzanas m'as all'a, empiezan a aparecer las frutas y las verduras... canastos enteros de berza, guindillas, calabacines, patatas, cebollas y gente corriendo, transportando de un lado para otro la mercanc'ia, con prisa y con paciencia ante la turista que se queda en medio embobada haciendo una foto, y otra m'as. Cuando ya me he perdido del todo, casi cuatro horas despu'es, aparecen por fin las flores, mi primer objetivo.Montones de orqu'ideas por todas partes tan vulgares como que fueran simples margaritas, de todos los colores... Y gente haciendo toda suerte de ramilletes increibles, con una facilidad pasmosa. Y cuando ya me doy por satisfecha, se cruza en mi camino el mercado indio de ropa, y aparecen los Sijh a mi lado y de repente estoy en India, entre telas brillantes y sharis de todos los estilos. Y los farolillos chinos anuncian China Town para dejar paso a la zona donde el mercado es de ropa militar y de instrumentos, que conecta con un rastrillo donde encontrar cosas de segunda o de cuarta mano.

Y entre mercado y mercado, canales y templos inmensos, pequegnitos, y m'as templos, dorados, de colores, con miles de figuras imposibles. Y un altar en cada esquina, o en el medio del mercado donde las ofrendas abundan. Una coca cola con pajita inclu'ida, bolsas de snaks, fruta, incienso. Cualquier cosa vale.

Al final de la vuelta por la isla de Rattanakosin, la famosa Kao Shan Road, donde he pasado de ser pr'acticamente la 'unica farang (extranjera), a ser parte de una inmensa mayor'ia.

PD para el Torco (a ver si llegas hasta aqu'i): estoy convencida de que esta es tu ciudad. Adem'as, el Pad Thai aqu'i, ni punto de comparaci'on con el de Auckland.

1 comentario:

  1. Que pasada!!, lo cuentas tan bonito, que por un momento me ha parecido estar ahí contigo. Un besote

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